Un pequeño local polvoriento, repleto de anaqueles hasta el techo, ha sido transformado en una acogedora cafetería donde los visitantes pueden disfrutar de café artesanal mientras hojean ediciones antiguas y libros descatalogados. El entusiasmo de sus fundadores fomentó la creación de encuentros literarios, recitales de poesía y talleres de escritura, convirtiendo el espacio en un refugio para amantes de las letras y de las buenas conversaciones. El aroma a café se mezcla con el de las páginas envejecidas, generando una atmósfera cálida y especial. Este rincón demuestra que la gastronomía puede servir de punto de encuentro para la cultura y la creatividad.